Vuela hacia la Libertad

lunes, 9 de junio de 2008

Corrupción a la Española

La telaraña de contactos de la familia Benjumea
Los dueños de Abengoa han fichado a personas bien relacionadas con el poder para apuntalar su gran negocio industrial
Por C. Caballero, B. Montaño y A. Salvador - El Mundo - 8 de Junio de 2008

Abengoa, un grupo industrial sevillano de capital familiar que factura ya más de 3.200 millones de euros al año, tenía herméticamente cerrado su Consejo de Administración a toda persona ajena a la familia desde los tiempos de su fundador, Javier Benjumea Puigcerver.Sólo cuatro personas componían el máximo órgano de gobierno de la empresa: Javier y Felipe Benjumea (hijos del fundador), y sus primos Joaquín Abaurre y José Luis Aya. Pero hace cinco años, todo cambió de repente.

Una precipitada transformación de los estatutos de la empresa posibilitó que accedieran al Consejo de Abengoa hasta siete personas.Los Benjumea estaban muy preocupados, y necesitaban apoyos externos más allá de sus contactos en la Junta de Andalucía (donde tienen una estrecha relación con el entorno de Manuel Chaves desde hace años).

El problema era la investigación que la Fiscalía Anticorrupción estaba llevando a cabo sobre la compra por parte de Telvent, filial de Abengoa, del 3,7% de Xfera por 25 millones de euros a una sociedad instrumental controlada por ellos mismos. La insistencia del fiscal Anticorrupción y de la CNMV, decididos a llegar hasta el final del asunto, les trastocaba sus planes de sacar a cotizar su filial tecnológica, Telvent, al mercado de valores estadounidense Nasdaq.

Además de defenderse en los tribunales, comenzaron a tejer una tupida red de influencias, incorporando personas bien relacionadas con el poder a su Consejo de Administración, unos fichajes que la empresa no tiene reparo en calificar como «consejeros independientes».Había que dar el salto a los despachos de la capital y mostrar la empresa, sobre todo de cara a los accionistas de EEUU, como una compañía global y abierta.

En 2003, incorporaron al consejo de Abengoa a José Luis Méndez, director general de Caixa Galicia y consejero de Unión Fenosa, con grandes influencias en el lobby energético, y dos hombres del Grupo Prisa para no perder su influencia en los círculos mediáticos: Ignacio Polanco, primogénito del fundador de Prisa, y José Terceiro Lomba, catedrático de Economía y consejero de Prisa.

En 2005, Abengoa volvió a cambiar sus estatutos para dar entrada a más consejeros «independientes». El hombre de Caixa Galicia dejó su puesto y en su lugar entró alguien mucho más conectado con las esferas del poder: Carlos Sebastián, ni más ni menos que el hermano del ex jefe de la Oficina Económica de Moncloa y actual ministro de Industria, Miguel Sebastián. Carlos Sebastián no entró solo; a su lado, en el consejo de Abengoa se sentó Daniel Villalba Vila, su socio en una empresa dedicada a la gestión de cobros que ambos administran desde hace años.

Los Benjumea, con su visión estratégica, le ofrecieron además a Carlos Sebastián un puesto en su joya empresarial emergente, Abengoa Bioenergía. Se trata de una filial creada en 2002 y dedicada al producto más de moda y con mayores subvenciones públicas: los biocombustibles. El hermano del ministro de Industria aún ocupa un puesto en el Consejo de esta filial. No obstante, personas que conocen a los hermanos Sebastián explican que su relación no es estrecha desde hace muchos años.

El área de negocio de los biocombustibles es vital para la compañía, y es donde ahora tienen a su lado, además de a Carlos Sebastián, a otro hombre igualmente ligado al ministro. Se trata del flamante secretario general de Energía, Pedro Marín, que fue el interlocutor de Abengoa en la Oficina Económica de Moncloa, cuyo jefe era el propio Sebastián, para el atractivo negocio de los biocombustibles.

Cuando Miguel Sebastián la dirigía, la Oficina era el punto de encuentro de las empresas para que el Gobierno escuchara sus opiniones, y allí acudieron los Benjumea en 2007 para pedir a Pedro Marín, que se encargaba de los temas energéticos, que influyera desde Moncloa en la redacción de la orden ministerial que preparaba Industria para regular el uso de los biocombustibles en gasóleos y gasolinas.

Abengoa, al igual que otras empresas como Ebro Puleva y Acciona, se defendía del lobby petrolero, y quería imponer cuotas por separado para gasóleos y gasolinas con el objeto de salvar sus inversiones en plantas de biodiésel y bioetanol. El criterio de Industria y de la CNE era favorable a las petroleras, que defendían una solución mixta. Pero al final, Marín se inclinó por la opción verde de Abengoa.

Ahora, Marín sigue con los temas energéticos, pero esta vez en el Ministerio de Industria, al lado de Sebastián, y, pese a que la CNE ya ha emitido su informe en línea con las petroleras, será Marín y su equipo (receptivos en el pasado a los Benjumea) los que redacten la orden ministerial.

En la misma filial bioenergética en la que está Carlos Sebastián, los Benjumea, que no entienden de signo político cuando a sus negocios se refiere, han fichado a un destacado político del PP, Ricardo Martínez Rico, ex secretario de Estado de Presupuesto con Aznar y ex socio de Cristóbal Montoro (actual portavoz popular en el Congreso para asuntos económicos) en una empresa de consultoría.Se trata de contar con todos los apoyos posibles a favor de su «causa verde».

Sin embargo, la red de contactos de los Benjumea no acaba en Abengoa. En su filial tecnológica Telvent también se sientan nombres ilustres, con grandes influencias por si algún día se vieran en aprietos como en el caso Xfera, que finalmente fue archivado el año pasado.

Carlos de Borbón, primo del Rey, suma su asiento en el consejo de la filial de Abengoa a las otras ocho empresas en las que está como consejero (entre ellas, Reyal Urbis, Iberpistas y Viajes Marsans). Junto a él, los Benjumea han fichado a Javier Salas Collantes (consejero de Red Eléctrica Española), y a Cándido Velázquez (ex presidente de Telefónica). Este último, que fue el primer presidente de Tabacalera nombrado por el PSOE, tiene una estrecha relación con Felipe González.

Conexiones en Sevilla

Capítulo aparte merecen las conexiones que los Benjumea tienen en el Ayuntamiento de Sevilla (ciudad en la que aún está la sede de Abengoa) y en la Junta de Andalucía. Tejidas desde hace años por el fundador de la empresa sevillana, la compañía siempre ha encontrado la manera de incorporar a su organigrama a ex directivos del consistorio. Así ocurrió a finales de año cuando Fernando Martínez Salcedo, hasta entonces responsable de la Agrupación de Interés Económico, que aglutina a las empresas municipales de Sevilla, dejó su puesto para hacerse cargo de la secretaría general de Sostenibilidad de Abengoa.

Más llamativa fue la contratación por parte de la filial Telvent de Paula Chaves Iborra, hija menor del presidente del PSOE y de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, como empleada de gestión integral de recursos humanos en julio de 2004.

La polémica estalló en el verano de 2006, cuando trascendió que Paula Chaves era apoderada de dos filiales de Abengoa (Telvent Tráfico e Inabensa) que formaban parte de la UTE a la que se le adjudicó la Ciudad Digital de Almería, un proyecto de más de 27 millones de euros de presupuesto y que un juzgado de lo Contencioso-Administrativo cuestionó al rechazar la urgencia administrativa con que se tramitó.

La última incorporación que llega desde administraciones andaluzas es la de José Domínguez Abascal, un prestigioso ingeniero que era secretario general de Universidades, Investigación y Tecnología de la Junta de Andalucía.

Otra decisión muy controvertida fue la operación urbanística pactada con el Ayuntamiento hispalense -gobernado por el socialista Alfredo Sánchez Monteseirín- por la que la compañía construirá su centro tecnológico en una antigua zona portuaria en expansión, de la que obtuvo una concesión de uso por 35 años.

En 2005, el consistorio cedió a Centro Tecnológico Palmas Altas SA -filial de Abengoa creada ex profeso para la construcción de la nueva sede corporativa- más de 40.000 metros cuadrados de edificabilidad en los terrenos de Palmas Altas, calificados en el vigente Plan General de Ordenación Urbanística (PGOU) de Sevilla como usos de actividades productivas y comerciales. A cambio, la multinacional cedía al Ayuntamiento 14.480 de los 54.000 metros cuadrados de aprovechamiento de carácter terciario que el consistorio previamente le había recalificado en sus antiguas instalaciones de Nervión, una zona cotizada de Sevilla.

La operación no puede ser más rentable: la compañía «compró» al consistorio los suelos de su futuro centro tecnológico con las plusvalías que con anterioridad había obtenido merced a una recalificación aprobada por la misma administración pública, lo que le permitirá poner en el mercado inmobiliario unos 40.000 metros cuadrados.

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